19.12.05

Raro Privilegio

Por prescripción facultativa he tenido la posibilidad de asistir a una cena de empresa exclusivamente como mirón. He seguido el proceso completo que ha transformado a mis compañeros y no he podido resistir la tentación de contar algunas de esas cosas que hay que contar (eso si, manteniendo el anonimato de los comensales).

El principio fue como siempre. Saludos efusivos de todos aquellos que llevaban media hora sin verse. Besos entre los que no se veían hacía una semana. Rostros graves que tras saludarse procedían a aflojar el nudo de la corbata. Algún lanzado que incluso se la quitó.

Fuera de la mesa de la presidencia, comenzaron a escucharse alguna que otra risotada mientras los camareros se atropellaban en sus paseos mesa arriba, mesa abajo al grito de ¡¡¡más vino!!!.

Comenzaron entonces los paseos. Intrépidos comensales que abandonaban sus mesas para contar el chiste que habían leído por la mañana en el correo electrónico. Risotadas que festejaban que todos habían leído el correo antes que el trovador. Gesto cohibido. Verdaderos patriarcas que se saben todos los chistes y sangre de aquellas víctimas que eran desolladas sin piedad por las afiladas lenguas de alguna que otra arpía y de algún que otro “portera”.

El alcohol subiendo. Me estaba convirtiendo en el hombre invisible. XXXXXXX me lo confirmó. ¡¡Cada vez que te miro, te pones más borroso!!