4.8.05

Se van de vacaciones

Ya vuelven de vacaciones (mejor dicho, ya volvemos de vacaciones; mejor aún, ya he vuelto de vacaciones) y miramos con envidia a los que se van, pues, hay que decirlo, las vacaciones saben a poco.

En la oficina todos andan con la mirada ausente. Les cuesta concentrarse. Unos, los que se van, no paran de moverse en la silla. Tienen el “Baile de San Vito”. Son aquellos a los que “le huele el culo a algas”, según uno de nuestros más clásicos “locales”. Los demás, no son capaces de concentrarse porque pasan horas y horas entretenidos en quitarse los pellejos de los brazos.

Escarban, hurgan, tiran de ellos, miran al trasluz la delgada capa de piel y, con sumo cuidado y cara de asco, lo tiran a la papelera. Entre tanto, los que “les huele el culo a algas” miran, con evidentes deseos de convertirse en leprosos, atentamente, la operación.

Lo cierto es que, en ese momento, lo que da cohesión al grupo es la envidia. La envidia y el café de la máquina.