13.6.05

Te lo advertimos, Pepillo, el del cenicero

Austero manchego, serio, seco, fumador (por eso es el del cenicero), el clásico que las mata callando, siempre rodeado de hembras voluptuosas, ha sufrido un fuerte golpe al saberse perseguido por ella, seca, enjuta, casi la radiografía de un silbido.

Triste, pero él nunca supuso que fuera para ella más que un confidente. Sólo un confidente habitual. Se lo decíamos. Las señales hablaban. Esos presentes sobre la mesa, esas preferencias. Sencillamente no quiso verlas hasta que ella… le borró el acento.